La Profesora
Reynell, un joven lleno de curiosidad por el mundo y con una pasión creciente por el idioma ruso, había decidido emprender un nuevo desafío en su vida, aprender ruso y, eventualmente, viajar a Rusia. Estaba fascinado no solo por la cultura, sino también por las mujeres rusas, cuya belleza y sensualidad lo tenían completamente cautivado. Tras buscar durante semanas, finalmente encontró a una profesora ideal para sus clases privadas: Emily, una rubia de buenos atributos físicos, sensual y coqueta, con años de experiencia enseñando el idioma. Todo parecía alinearse perfectamente, y con determinación, Reynell se inscribió para comenzar sus lecciones.
El día que Reynell fue a casa de Emily para su primera clase privada, algo más allá del simple aprendizaje comenzó a desarrollarse. Mientras repasaban las complejidades de la pronunciación rusa, la atmósfera se volvió densa y cargada de una energía que ninguno de los dos podía ignorar. La cercanía física al revisar las frases, los pequeños roces de manos al pasar las hojas del libro, y las miradas que se prolongaban más de lo necesario crearon una sensación que los envolvía en un espacio más íntimo de lo esperado.
Cuando la clase estaba por terminar, el ambiente ya no podía sostener más esa tensión. Con el pretexto de revisar una frase más de cerca, ambos se acercaron y en un instante, sus labios se encontraron en un beso que parecía inevitable. Lo que había comenzado como una simple lección de ruso se había transformado en carias, besos y el fuerte deseo de ir quitándose la ropa. Cuando Reynell terminó desnudándose ante la rusa, no dudó en besar entre las piernas de la rubia, aumentando más las ganas que ambos tenían de terminar cogiendo en el sofá.
La paja de pies faltaba en la escena.